jueves, 25 de octubre de 2012

El codo de tenista no sólo afecta a deportistas. Es más común de lo que parece.


Codo de tenista es el nombre vulgar que se le da a la epicondilitis. La epicondilitis consiste en la inflamación de una serie de músculos que tiene su origen en un lugar concreto del húmero (brazo), el epicóndilo.

En el extremo final del húmero existe dos prominencias óseas, una interna llamada epitróclea o epicóndilo medial según autores, y otra externa llamada epicóndilo o epicóndilo lateral. En este resalte óseo externo, nacen unos músculos que se van a extender hasta la mano. Los músculos radiales 1º y 2º, extensor común de los dedos y cubital posterior, de forma genérica llamados extensores del codo, son los implicados en este caso.

Se tratan de músculos biarticulares, es decir que atraviesan dos articulaciones y por tanto realizan alguna acción sobre ambas. Por una lado son extensores del codo y por otro extensores de la mano y los dedos.

Se le llama codo de tenista, porque es una patología muy frecuente en este deporte, pero no sólo la pueden padecer los tenistas, cualquier persona que lleve a cabo trabajos repetitivos solicitando la extensión de codo, puede padecerla. Las causas más frecuentes son estas:

-       Movimientos repetitivos: uso de taladradoras, martillos, limpiar cristales, barrer, fregar, planchar, cargar maletas…

-       Vibración: Trabajar con maquinaria que emite potentes vibraciones que son trasmitidas y amortiguadas por el codo, martillos neumáticos, hachas en carnicerías, taladradoras

-       Traumatismos: por caídas o golpes directos sobre la zona.

-       Cargar excesivo peso: aumenta la tensión en los músculos de la zona.

-       Mala técnica deportiva: Un gesto deportivo, mal hecho y repetivo, con mucha fuerza puede ocasionar la aparición de este problema en pocos días. Añadiremos aquí también que un material deportiva induce a padecer antes estos problemas.

-       Problema cervical: posible dolor referido, neuralgia cervico-braquial.

Por tanto, la solicitación excesiva de estos músculos, la transmisión de vibraciones constantes, los golpes directos y un mal gesto técnico van a provocar el progresivo deterioro de las fibras musculares y tendinosas de este grupo muscular.

Clínica:

Dolor intenso en la zona, tanto al contraer estos músculos, como al presionar sobre la zona, el dolor puede ser tan intenso que puede impedir la extensión total del codo, dificultar coger objetos y realizar trabajos con ese brazo. El dolor se puede extender desde el lugar de origen, el epicóndilo hasta la mano.

El resto de clínica es la propia de las inflamaciones, el aumento del diámetro de los tendones, la irritación de la zona, el aumento de temperatura local, el dolor, la impotencia funcional.

Tratamiento:

Evitar las cargas excesivas de trabajo sobre la zona, corregir los malos gestos, evitar los movimientos repetitivos. Si comienzan a aparecer los síntomas propios de la enfermedad, colocar hielo tras la actividad, acordarse de calentar bien la zona y realizar estiramientos sobre todo al terminar.

Si no resulta suficiente hay que acudir a la fisioterapia, mediante la utilización de medidas antinflamatorias y terapia manual, los resultados pueden ser muy buenos, hasta la curación total, en pocas sesiones.

En caso de fracaso de las medidas preventivas y las rehabilitadoras, habrá que recurrir a los tratamientos médicos cruentos como las infiltraciones de corticoides o de factor de crecimiento.

La importancia de este cuadro radica en primer lugar en la necesidad diaria e inevitable de tener que usar los brazos en todas nuestras actividades de la vida diaria y la articulación del codo, es imprescindible mantenerla en buenas condiciones. Si no se corrige a tiempo y la inflamación progresa hasta proceso crónico, podemos encontrarnos que como consecuencia de un proceso inflamatorio mantenido, las fibras musculares pueden ser sustituidas por depósitos de calcio, se calcifica el tendón, la única solución ante esto, si la tuviera, es la cirugía de limpieza.

Como ocurre muchas veces con las tendinitis, son dolorosas pero en fases iniciales no incapacitantes, no se les presta atención hasta que el dolor es insoportable o la impotencia funcional invalidante. Tendemos a dejar que las cosas curen solas, es un error muy común.

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