El virus del papiloma humano (VPH), es un grupo muy amplio de virus, del que se han llegado a identificar hasta 100 tipos diferentes, de estos 100, unos 40 se transmiten sexualmente y afectan al aparato genital tanto de hombres como mujeres, así mismo, de estos 40, al menos 15 se consideran de alto riesgo por su posibilidad de provocar cáncer de cuello uterino en la mujer.
Este virus puede producir infecciones en la piel y afectar también las mucosas del tracto anogenital, el oral (boca, garganta) y respiratorio. En la piel las lesiones más frecuentes son las verrugas cutáneas, y las verrugas plantares, que son lesiones en las plantas de los pies que con mucha frecuencia produce intenso dolor.
El virus del papiloma humano se transmite normalmente por el contacto directo de piel o mucosas con alguien portador, es tan fácil de contraer, como darle la mano a alguien que tiene verrugas en sus manos, por supuesto a través de las relaciones sexuales por el contacto con mucosas infectadas. Hay ocasiones en las que el virus está latente en una superficie en el momento que entramos en contacto con ella, nos infecta.
Una vez se entra en contacto con él, los síntomas se pueden desarrollar en 3 ó 4 meses o en algunos casos incluso años, en muchas ocasiones no aparecen síntomas, simplemente desaparecen sin dejar rastros y en otros casos pueden dejar lesiones que podrían considerarse precancerosas.
Algunas variedades de este virus, las consideradas de alto riesgo, pueden llegar a provocar el 80% de los casos de cáncer de cuello de útero en mujeres, con hasta 500.000 muertes al año en todo el mundo, con mayor incidencia en los países en vías de desarrollo. En nuestro país, España, se realizan campañas de vacunación en la mujer antes de que éstas sean sexualmente activas.
Dejando las variantes graves, nos centraremos en el papiloma causante de lesiones en la piel y concretamente en el pie, donde se presenta como crecimientos gruesos y dolorosos en la planta del pie, que muchas veces se confunde con las callosidades. El virus aprovecha cualquier lesión por pequeña que sea, como grietas, heridas, rozaduras, para penetrar en la piel e infectarla, provocando el crecimiento rápido de algunas células, de ahí ese aspecto grueso de la piel.
Una verruga plantar puede ser de color gris, marrón o del mismo color de la piel. Normalmente tiene vasos sanguíneos contenidos en su interior, que se ven como pequeños puntos oscuros. La verruga plantar puede comenzar siendo muy pequeña pero puede crecer y volverse más grande, tener sólo una o tener un racimo de ellas.
Con frecuencia aparece aplanada en la planta de su pie. Esta verruga puede crecer profundamente hacia dentro de la piel y causar dolor al caminar o al estar de pie. La sensación se asemeja a tener una piecrecilla dentro del zapato.
Si pretendemos rascarlas para eliminarlas o aliviar el dolor, lo que único que conseguiremos casi con total seguridad, será extenderla y complicarlo más. Algunas verrugas vuelven a aparecer mucho después de haber desaparecido.
La recomendación en estos casos concretos es ponerse en manos de especialista que las elimine de raíz, un podólogo dispone de medios para acabar con ellas y evitar su contagio y proliferación. Existen diferentes técnicas que contralan este tipo de especialistas que te ayudarán a eliminarlas por completo, técnicas como la crioterapia, la electro-desecación, terapia queratolítica, raspado con bisturí y otras más.
Es importante seguir también una serie de consejos para evitar su propagación y contagio, no caminar con los pies descalzos en lugares públicos; mantener los pies limpios y secos, eliminando todo resto de húmedad; no usar ni calcetines ni calzado húmedo, además de favorecer el contagio de hongos, provocará lesiones en la piel que aprovechará el virus para infectarnos; no se deben raspar ni pellizcar las verrugas sin el material adecuado y los conocimientos necesarios; no compartir con nadie material de baño o de ropa como calcetines o calzado y mucho menos si esa persona tiene verrugas
No hay comentarios:
Publicar un comentario