jueves, 25 de octubre de 2012

La bronquiolitis del lactante


La bronquiolitis es un síndrome que afecta que entre un 70 y un 80% de los niños menores de 2 años, con un pico de frecuencia máxima entre los 2 y 10 meses. Es sin duda la afección pediátrica más frecuente y un quebradero de cabeza para los padres que acuden masivamente a urgencias, si bien la mortalidad es baja, un 1%, sus secuelas como causante de futuros asmáticos es bastante alta.

Es una enfermedad que evoluciona por epidemias estacionarias, sobre todo diciembte y marzo.
Suele comenzar afectando a las vías altas, las extratorácicas, es decir, fosas nasales, faringe, laringe e inicio de tráquea para pasadas 48 – 72h convertirse en afección de vías bajas o intratorácicas, bronquios, bronquiolos, alveolos, donde provoca broncoespamo, siendo en muchos niños el inicio del asma.

La forma de presentación en los niños menores de 2 años es: acceso agudo de sibilancias (como silbidos), aparición de fiebre y goteo nasal (rinorrea), posibles crepitaciones (ruidos al respirar similar al crujido de madera)y evidencias de alteriaciones en radiografía. La tos y la sensación de ahogo (disnea), no es constante. Es por esto que la bronquiolitis se asemeja mucho al asma, con la diferencia de que para hablar de asma infantil, tienen que aparecer al menos 3 episodios de broncoespasmo reversible.

Para diagnosticar una bronquiolitis debe aparecer esencialmente:

1-    Sibilancias, sobre todo al espirar, audibles incluso a distancia

2-    Tos, inicialmente seca y posteriormente productiva.

3-    Disnea, sobre en forma de aceleración de la respiración (taquipnea), se pasa de 35 respiraciones por minuto a unas 65.

4-    Hiperinsuflación, mayor cantidad de aire atrapado dentro de los pulmones.

El principal causante de esta patología es el llamado virus respiratorio sincitial (VRS), su agresión provoca un estado de obstrucción grave de las vías respiratorias bajas, además del estrechamiento de la vía aérea, hay un aumento de mucosidad que agrava más el cuadro de “falta de aire”. Otros virus causantes son Influenza y mixovirus parainfluenza 1 y 3 y adenovirus, esencialmente. Por tanto se trata de patología vírica con ninguna respuesta a antibióticos.

Las bronquiolitis pueden dejar secuelas en el niño, conduciéndolo a una  insuficiencia respiratoria prematura. Esto se debe que a causa de la infección se altera la capacidad elástica del pulmón, un aumento del aire dentro del tórax y un aumento del trabajo de los músculos respiratorios, esto sumado a las lesiones de la pared bronquial, pueden dar como resultado, un estado de hiperreactividad permanente, el asma.

En muchos casos la bronquiolitis viene asociada a una imposibilidad para alimentar al niño, lo que agobia mucho más a los padres todavía. Como hemos visto anteriormente los signos típicos de sibilancias, tos, disnea e hiperinsuflación, dependiendo de su magnitud, así será la gravedad del cuadro. 

De entrada es una enfermedad grave, si afecta a niños menores de 3 años, es de hospitalización obligada y mucho más si se asocia a prematuridad, fibrosis quística, debilidad muscular o problemas cardíacos. Si existe una disnea mayor de 65 respiraciones por minutos con una saturación de oxígeno por debajo de 90% y alteración de consciencia hay que acudir siempre al hospital.

Tratamiento:

El tratamiento se basa en los signos y síntomas. Debemos mantener al niño con la cabeza elevada, en una habitación bien ventilada y temperatura moderada, se recomienda un ligero aumento de la ingesta de agua, ayudan a fluidificar los mocos, las comida en muchas tomas de pequeña cantidad. Respecto a medicamentos, no se deben dar antibióticos, porque no corrigen las infecciones víricas, a no ser que se sospeche de infección bacteriana oportunista. Están contraindicados los humidificadores, agravan la hipersecreción y la acumulan. El oxígeno es una de las medidas más adecuadas.

Muchos autores defienden que la fisioterapia es el tratamiento principal de bronquiolitis, unida al uso previo de broncodilatadores y antinflamatorios. Mediante masajes en el vientre y el pecho del niño se favorece la expulsión del aire, arrastrando la mucosidad hacia la garganta, desde donde las flemas pueden ser expulsadas con un golpe de tos. En unas 5 sesiones, el niño expulsa toda la mucosidad y conseguimos acabar con el cuadro sin necesidad de recurrir a multitud de medicamentos.


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