miércoles, 24 de octubre de 2012

La enfermedad de Alzheimer: El tratamiento Farmacológico.


TERAPIA FARMACOLÓGICA

Cuando se pretende tratar mediante medicamentos a un paciente con Alzheimer, se debe valorar la clase de problemas que vamos a tratar. En general, se pueden clasificar en 4 grupos distintos:
-       Tratamiento del deterioro cognitivo
-       Tratamiento de alteraciones de la conducta.
-       Tratamiento de depresiones y ansiedad.
-       Tratamiento del Insomnio.
Desde el punto de vista de las familias de medicamentos, los grupos se establecen de la siguiente manera:
-       Sedantes.
-       Hipnóticos.
-       Ansiolíticos.
-       Antidepresivos.
-       Digitálicos.

Tratamiento del deterioro cognitivo:

Cuando hablamos de capacidad cognitiva, hablamos de un conjunto de potencialidades específicamente humanas: Juicio, Razonamiento, Memoria, Pensamiento abstracto, etc. El mal de Alzheimer socava precisamente estas potencias, disminuyendo con el tiempo drásticamente su operatividad, hasta el punto de impedirle, no solo operaciones de cálculo, leer un libro o recordar hechos pasados, sino también actividades cotidianas sencillas como abrocharse un botón, lavarse las manos, servirse la comida o pasear solo.
El origen neurofísico de este declive se encuentra en la destrucción progresiva de la sustancia neurotransmisora, que conecta unas neuronas con otras, llamada acetilcolina. Este componente es destruido generalmente en el cerebro por una enzima denominada Aceltilcolinesterasa.
El primer fármaco anticolinesterásico comercializado fue la tacrina, hoy no se emplea por su hepatotoxicidad. Desde 2008, en Europa y Norteamerica existen disponibles, 4 fármacos para el tratamiento de la enfermedad, 3 de ellos son inhibidores de Acetilcolinesterasa: Donepezilo (comercializado como Aricept), Rivastigmina (comercializado como Exelon o Prometax, en cápsulas, solución y parches transdérmicos) y Galantamina (comercializado como Reminyl). Los tres presentan un perfil de eficacia similar, con parecidos efectos secundarios. Estos últimos suelen ser alteraciones gastrointestinales, anorexia y trastornos del ritmo cardíaco. El cuarto medicamento es un antagonista de los receptores NMDA, la memantina. Ninguno de los 4 se indica para retardar o detener el progreso de la enfermedad.









La reducción en la actividad de las neuronas colinérgicas es una de las características reconocidas de la enfermedad de Alzheimer. Los inhibidores de la acetilcolinesterasa se emplean para reducir la tasa de degradación de la acetilcolina, manteniendo concentraciones adecuadas del neurotransmisor en el cerebro y deteniendo su pérdida causada por la muerte de las neuronas colinérgicas. Existen evidencias de que estos medicamentos tienen eficacia en los estadíos leves y moderados de la enfermedad, aunque un poco menos de que sean útiles en la fase avanzada. Sólo el donepezilo se ha aprobado para este estado de la demencia. El uso de estos fármacos en los trastornos cognitivos leves no ha mostrado ser capaz de retardar la aparición de EA. Los efectos adversos más comunes incluyen náuseas y vómitos, ambos ligados al exceso colinérgico que de ellos se deriva. Estos efectos aparecen entre un 10-20% de los usuarios y tienen severidad de leve a moderada. Los efectos secundarios menos frecuentes incluyen calambres musculares, disminución de la frecuencia cardíaca, disminución del apetito y del peso corporal y un incremento de la producción de jugo gástrico.

Tratamiento farmacológico de alteraciones de la conducta:

Dentro del grupo de enfermos de Alzheimer alrededor del 90% padecen alteraciones en su personalidad. De estas perturbaciones, unas se presentan como síntomas psiquiátricos y otros como cambios y trastornos de la conducta.
Los síntomas psiquiátricos surgen en el paciente como ideas paranoides (“me persiguen”, “todos me quieren quitar el dinero”), alucinaciones con visiones de objetos o personas irreales y percepciones auditivas de sonidos inexistentes, mala identificación de las cosas y personas.
En el conjunto de las alteraciones de la conducta, debe señalarse la agitación de los pacientes, el vagabundeo, la tendencia a caminar y caminar sin rumbo ni objeto (vagabundeo), y la conducta desinhibida como desnudarse, son los trastornos habituales.
Estos trastornos suelen ser los que hacen difícil de controlar a los pacientes en el ámbito domiciliario y lo que determina que se decida su internamiento en centros especializados. Los medicamentos indicados para este tipo de trastornos reciben el nombre de tranquilizantes mayores o neurolépticos. El mayor problema de estos medicamentos, son los efectos secundarios, en muchos casos inevitables si se quiere alcanzar dosis terapéuticas.
Efectos extrapiramidales como rigidez y temblores. Efectos cardiovasculares, con aumento de la frecuencia del pulso y descenso de la presión arterial al ponerse de pie. Efectos anticolinérgicos, confusión, visión borrosa, sequedad en la boca, estreñimiento y retención urinaria.
Los medicamentos más conocidos y más usados son Haloperidol y Risperidona.













Tratamiento farmacológico de la depresión y la ansiedad.

El enfermo de Alzheimer es bastante proclive a caer en la depresión, por distintos motivos. Si observamos al paciente enfermo de Alzheimer, apreciamos signos característicos como la autodevaluación, tristeza, apatía, pasividad, irritabilidad, labilidad emocional e impotencia emocional. Existe una amplia variedad de medicamentos para tratar estos trastornos, por destacar algunos de los más usados, los antidepresivos tricíclicos: Amitriptilina, Clomipramina, Imipramina…


 Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina: Paroxetina, Fluoxetina, Venlafaxina. Dentro de este grupo, cabe destacar la Trazodona, que es una ISRS de segunda generación, con efecto hipnótico y ansiolítico, por lo que se usa tanto para tratar depresiones, como para estados de agitación e insomnio.



Tratamientos del Insomnio

Hay que estudiar el caso de cada paciente, para saber que medicamento será el más indicado, puesto que en el mercado existe gran variedad de medicamentos destinados a corregir el insomnio, cada uno con unas propiedades determinadas. Los tenemos de acción inmediata y de corta vida media, para aquellos casos, en los que el problema es la dificultad para conciliar el sueño:  El midazolam, es una benzodiacepina, con un potente efecto sedante, se puede usar incluso para controlar el dolor agudo en extracciones dentarias, como ansiolítico, como relajante muscular. Zolpidem, es un análogo de las benzodiacepinas, pero consigue un sueño más profundo que las de acción corta, efecto rápido y corta vida media también. Lormetazepam es una benzodiacepina, de corta vida, induce rápidamente al sueño, pero por cortos espacios de tiempo. Todas estas nombradas se calcula que pueden tener efecto durante 4 o 5 horas máximo.
El lorazepam es una potente benzodiacepina, de larga vida media y que alcanza su concentración máxima plasmática a las 2 horas, es por tanto el tratamiento de elección en cuadros de ansiedad diurna y para personas que se despiertan a medianoche y no consiguen volver a dormir, es necesario ajustar muy bien la dosis, pues en algunas personas puede producir exceso de somnolencia más allá de 12-16 horas después de su administración.

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